THE PHANTOM
Desde hacía unos meses, en la Ópera solo se hablaba del fantasma de frac, que se paseaba por el edificio, no hablaba y se evaporaba como por arte de magia. Todos pretendían haberlo visto y haber sufrido sus maleficios. Cualquier accidente, extravío de un objeto o travesura eran atribuidos al Fantasma, al Fantasma de la Ópera.
Pero, ¿todo eso era cierto? En realidad, uno siempre encuentra muchos caballeros de frac en la Ópera. Sin embargo, este frac tenía una particularidad: lo vestía un esqueleto. Al menos, eso aseguraba José Buquet, el jefe de maquinistas, quien había tropezado. con él en una escalerilla que conduce desde la escena al foso.
"Es muy flaco", decía, "y el frac le cuelga como sobre un esqueleto. Tiene los ojos tan hundidos, que no se le ven: son cuencas, como las de una calavera. La piel de su cara es amarillenta y estirada como el parche de un tambor. Su nariz es tan chata, que no se ve de perfil. Tres o cuatro mechas oscuras sobre la frente y detrás de las orejas, son su cabellera."
Buquet era serio, y sus palabras causaron revuelo. Se sospechó que le habrían hecho una broma, pero después hubo más apariciones. Durante una inspección, un teniente de bomberos quese había internado entre las bambalinas más lejos que otros, volvió con el rostro blanco y los ojos desorbitados. ¿Por qué? Pues porque entre los decorados, explicó, se le había echado encima una cabeza ardiendo en llamas. Luego, lo había visto el maestro de canto, con el aspecto que contaba Buquet.
Meg Giry, una de las bailarinas, decia:
"Al Fantasma no le gusta que lo molesten. El palco número
5 es el suyo. Mamá es la acomodadora. ¡Eso del frac y la calavera son patrañas! Nadie lo ve; sólo se lo oye, cuando está. Y mamá lo sabe bien, porque le entrega el programa. Buquet no debería meterse en lo que no le importa. Le va a traer desgracias".
En efecto, luego de unos dias, se supo una noticia estremecedora: Buquet había aparecido ahorcado en el tercer sótano.
Muchos, en los días siguientes, coincidirían en atribuir aquella muerte al maligno espíritu del Teatro, pero lo cierto es que nunca se supo muy bien cómo había muerto el respetable Buquet.
Alguien corrió a avisar que lo había hallado colgado entre bastidores y decorados; pero, al volver con ayuda, la soga no estaba. Hubo quien argumentó que las bailarinas la habrían tomado para repartirse sus trozos como amuletos. Otros pensaron que, sin duda, alguien se habría ocupado de hacerla desaparecer.
El sumario policial caratuló el suceso como "probable suicidio".